El preocupante aumento de las importaciones ilegales de HFC
Una de las principales medidas tomadas por la Unión Europea para combatir el efecto invernadero por la emisión descontrolada de gases a la atmósfera, se articuló en el Reglamento (UE) N.º 517/2014 del Parlamento Europeo y del Consejo del 16 de abril de 2014 sobre Gases fluorados de efecto invernadero, que establece una ambiciosa reducción en la emisión de hidrofluorocarburos (HFC).
Dentro de este marco legal se establece la reducción progresiva en la producción e importaciones de gases HFC, estableciendo cuotas anuales como límites con el objetivo de reducir hasta en un 79 por ciento en 2030 su demanda en todos los sectores.
A pesar de que esta medida tiene un claro objetivo que aparece como indispensable para el medio ambiente, lo cierto es que se ha observado una creciente actividad de las importaciones ilegales en Europa que están dificultando conseguir el objetivo marcado en cuanto a la reducción de emisión de estos gases a la atmósfera.
Este HFC importado de manera ilegal parece venir desde China, donde existen los principales productores de este gas y llegan a la Comunidad Europea sin los pertinentes controles aduaneros y sin poder hacer un correcto control de las cuotas establecidas.
El HFC es uno de los componentes básicos de la refrigeración que se usa también para la climatización. A pesar de que no afectan al ozono, sí que contribuyen de manera agresiva al efecto invernadero, al calentamiento global y al cambio climático.
Existen varias vías por las que se realiza la importación ilegal de HFC a Europa, bien desde Rusia hacía Polonia o Ucrania, o desde Turquía hacia Bulgaria, Grecia, Croacia e Italia. Suelen saltarse los controles aduaneros escondiendo los contenedores de este producto en vehículos como turismos y camiones. También resulta sorprendente cómo se puede adquirir de manera relativamente fácil a través de Internet, en plataformas como Ebay o Facebook.
La importación ilegal de HFC pone en peligro la lucha contra el cambio climático
Parece ser que las sanciones impuestas por esta importación ilegal no son lo bastante persuasivas para evitar que siga creciendo. Esto hace que sea muy difícil la disminución progresiva del uso del HFC ya que no existen medidas efectivas para su control. En 2018 se consumieron 117 millones de toneladas de HFC cuando el límite legal se encontraba en la cuota de los 108 millones.
El Impuesto sobre los gases fluorados ha sido otro intento más de querer persuadir sobre su uso. Sin embargo, la importación ilícita del HFC elude tanto las tasas aduaneras como la recaudación de impuestos, lo que reduce significativamente las cantidades a ingresar en las arcas de los estados miembros europeos, necesarias para buscar una alternativa a este gas, ya que puede ser hasta 24.000 veces más dañino que el CO2.
Las empresas que se han esforzado por buscar alternativas al uso de HFC ven inútiles el tiempo y el dinero invertido ya que los resultados beneficiosos para el medio ambiente no son los esperados. Además, el consumo de HFC ilegal hace que se promuevan actividades poco seguras para su tráfico y afecta a la imagen de la industria del sector frigorífico y de la climatización.
Se requieren medidas más contundentes para cumplir con la normativa sobre reducción de consumo de HFC que pasan por controles más estrictos en las aduanas y sanciones más duras para los que participan de esta importación ilegal. De esta manera Europa podrá seguir siendo la cabeza visible a la hora de tomar medidas ambientales ejemplares como esta.
GRIT es una empresa comprometida con el medio ambiente que se dedica al almacenamiento, distribución y desarrollo de gases licuados para aplicaciones industriales. Siempre seguiremos investigando e innovando para conseguir las soluciones más adecuadas para nuestros clientes con productos sustitutivos al perjudicial HFC.
■ Equipo de comunicación